Escrito por: Maricarmen García Ibáñez
Cuando M encontró el diario de C, era una lluviosa tarde de febrero.
M decidió que debía deshacerse de todas las cosas que ya no le eran útiles y sólo ocupaban espacio, y así, en medio de cajas, ropa, fotografías y trastos viejos, fue que M descubrió el diario de C.
M también tenía diario. En el último entrepaño del armario, guardaba celosamente cajas repletas de sus diarios. Mismos que escribía fielmente cada noche desde hacía ya muchos años. En ellos, narraba sus anécdotas, sus planes, sus sueños, sus esperanzas, sus desilusiones, lo que creía con respecto a todo, lo que pensaba de los demás y de sí misma. Nunca antes, había tenido en sus manos el diario de alguien más; o sea, al mejor amigo de otra persona. Por tal motivo, no pudo vencer la tentación de leerlo.
Desde la primera página, M se dio cuenta de lo mucho que C y ella se parecían. También encontró cosas que las hacían completamente opuestas.
M se sorprendió mucho al leer que C también recurría al aislamiento total en su recámara cuando sentía que el mundo le volvía la espalda y que era posible soportar ese aislamiento —y hasta convertirlo en algo agradable— mientras tuviera a John, Paul, George y Ringo. Al igual que M, C también creía que era posible vivir completamente feliz con sólo mantenerse cobijada, día y noche, con la música de los Beatles. Atraída por ese detalle, M cargó el diario de C a donde quiera que iba para seguir leyéndolo; esto a pesar del inevitable sentimiento de culpa que eso le hacía sentir.
M recordó todas las veces que había considerado la posibilidad de que alguien más leyera su diario. Pensó en la cantidad de cosas que las personas podrían opinar de ella cuando leyeran todas sus confesiones; sin embargo, ese sentimiento de culpa disminuía cada vez que M comprobaba todo lo que ella y C compartían.
C también tenía sueños donde conocía a los Beatles y —exactamente como le ocurría a M— se emocionaba y enloquecía de contento como si aquello de verdad hubiera sucedido. Cuando leyó uno de los sueños de C, M revivió mentalmente cada vez que había soñado con ellos. Recordó, entonces, lo que se siente tener a los Beatles frente a frente, tocarlos, hablarles y esa sensación tan hermosa de que nunca más volverían a dejarla sola. M lloró conmovida al comprender que los Beatles habían logrado en ella la misma reacción que provocaron en C más de 20 años antes. En aquel entonces, C escribió en su diario que a veces se sentía extraña por tener gustos de 10 años atrás. M pensó que a C podría alegrarle saber que compartía sus gustos, a pesar de haber nacido mucho pero mucho después que ella.
El 28 de diciembre de 1979, C escribió en su diario que compró el Álbum Let it be y que hubo un rumor de que los Beatles se reunirían para dar un concierto en beneficio de los niños de Camboya: “¿Te das cuenta de lo que eso significa? ¡Los Beatles JUNTOS, JUNTOS, JUNTOS!”. C también le pedía opiniones a su buen amigo Diario exactamente como lo hacía M. En aquel entonces, C aún tenía la esperanza de que los Beatles volvieran a reunirse alguna vez. M nunca pudo contemplar esa posibilidad, debido a que cuando nació, uno de ellos ya no vivía.
Ese mismo día, C también escribió que quería comprar el Álbum Blanco: “$260.00, 2 LP, un póster y cuatro superfotos ¿qué más se puede pedir?”. Claro, en esa época los discos todavía eran LP y se grababan en sonido mono. El Álbum Blanco venía acompañado de un póster y una foto individual de cada uno de ellos.
Para cuando M compró el Álbum Blanco, ya existían los compactos y el disco ya no venía acompañado de las fotos ni del póster. Así que se vio obligada a adquirirlos de otra manera: el póster lo consiguió en la compra de un libro que vendían en la central camionera del sur, y las fotos las obtuvo con alguien que sacó una réplica de las suyas. M se preguntó si C todavía conservaría esos tesoros y si seguiría pensando que no se puede pedir más.
El 9 de diciembre de 1980, C escribió en su diario que lloró mucho al recibir la noticia del asesinato de John Lennon.
Cuando los Beatles entraron en la vida de M, John ya había fallecido. Ella ya lo conoció no como Lennon el hombre sino como lo llamó la gente a partir de su asesinato: la leyenda de John Lennon. Por lo que M lo consideró siempre una especie de man a quien profesaba un amor muy especial y mucho respeto.
La muerte que M sí vivió muy de cerca —aun antes de que ocurriera— fue la de George Harrison. Ella jamás se imaginó que George moriría de pronto en la casa de un amigo; no, después de haber sobrevivido a tantas intervenciones quirúrgicas —debido a su enfermedad— y también, al atentado que sufrió la noche que un desequilibrado mental burló la seguridad de su casa y lo apuñaló con la firme intención de asesinarlo.
M escuchó en la radio de su auto, la noticia de la muerte de George. Al final del día, descubrió en sus ojos auténticos granos de sal que se habían formado debido a tanto llanto.
El 26 de diciembre de 1980, C escribió que tuvo un sueño extraño con John y con Ringo. Este sueño la llenó de temor de que Ringo muriera también.
M pensó, entonces, en que algo que destrozaría su corazón —definitivamente— sería que Paul fuera el siguiente.
El 2 de noviembre de 2002 M tuvo la oportunidad de conocer a Paul McCartney en persona en uno de sus conciertos de la gira Driving rain; Paul le sonrió a M en más de una ocasión pero hubo un momento mágico en que sus ojos se encontraron y él le regaló una mirada sólo para ella.
El 10 de enero de 1981, C escribió que a las 6:05am soñó que John le decía: “Ya levántate; despierta”. Lo que la llenó de felicidad y, además, la llevó a pensar: “John me quiere”.
El 31 de diciembre de 1980, C vio la película Let it be. Esa película tan criticada por todos donde los Beatles no actúan, como en sus otros filmes, sino que se muestran tal cual son en su vida diaria: componiendo, conversando, poniéndose de acuerdo y —en el caso de Paul y George— hasta discutiendo.
M dejó de sentir culpa por haber leído el diario de C cuando recordó las sabias palabras que en una ocasión, seguramente durante un sueño, le había dicho su hada madrina: “Cuando alguien pasa por tu vida, nunca es por casualidad, sino porque algo muy importante tenías que aprender de él”. Eso respondió de inmediato a todas las preguntas que se había formulado desde el primer momento que tuvo el diario en sus manos: ¿qué está haciendo aquí el diario de C? ¿Por qué tenía que encontrarlo precisamente yo?
M se llevó una gran sorpresa al ver que C había escrito que no tenía sentimientos y, además, albergaba una tremenda cantidad de odio en las entrañas.
M lloró afligida al no poder hacer nada por ayudar a C; sin embargo, también estaba enternecida, ya que sólo los Beatles habían sido capaces de despertar amor y ternura en un monstruo lleno de maldad y rencor como la misma C se describía en su diario.
En ese momento, M cerró el diario de C; no pretendía enterarse de todo, y se volvió a enamorar de los Beatles; esta vez, con más convicción y con más fuerza.
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Luz Ramírez (sábado, 02 noviembre 2013 14:50)
Sin duda un diario escrito con el corazón y para uno msmo, dice más que mil explicaciones dadas. Yo nunca me atrevería a leer el diario de alguien más, aunque tal vez si tendría la curiosidad de hacerlo.
Sin embargo, queda demostrado que tal vez no es bueno guardar las cosas para uno mismo pues no sabes quien se siente igual que tú y nunca te duste el tiempo de compartir ése sentir. Muy bonito cuento :)
MArio Luis (domingo, 03 noviembre 2013 15:48)
Maravilloso,
Todo comenzo en medio del cambio, en medio de una trasnfomación M quería tirar lo viejo para darla paso a lo nuevo. Y atravéz de la experiencia cuando nos deshacemos de lo viejo, solo lo esencial permanece. El contenido del Diario es la cosa esencial. Es la experiencia, es el lenguaje del alma, es el corazón mío conectado con el del otro por la música, los sueños, los sentimientos, las emociones. Todo tiene que ver con todo y mi experiencia, mis sueños, mis emociones y anhelos no son ajenos a los de alguién más. Existe un punto donde todos nos identificamos como parte de la misma cosa.
Y pfffff que te digo yo que soy un alma como la de M y C; un alguíen que vió en vivo a Paul a unos 2 metros de distancia por algunos segundos y no pudo contener el llanto por la avalancha de recuerdos y emociones que me sorprendióa al ver un Beatle tan cerca. Leer éste cuento es encontrarme con un yo de un momento específico en la vida; al protagonista del cuento le sucede algo similar.
El concierto de Paul en el Zócalo del 2012 confirma el poder tan sorprendentemente grande de la música y sus interpretes en las personas. No sé cuantos eramos esa noche, más de 100 mil quizás. Con lo que me quedo es con Paul hablandole a la gente en un poco de español, como si fuera una sola esencia, una sola fuerza; y a su vez toda esa gente respondiendo con una sola voz, un solo grito.
Y el final es algo espectacular. Saber que en un ser lleno de maldad, pueda existir lo bueno, el amor, lo mismo que mi me hace vibrar en lo más bonito del mundo...Ufff... Chido diría. Todos tenemos algo que esconder, ecepto yo y mi chango... Felicidades Excelente trabajo...